lunes, 19 de noviembre de 2012

Existen tantos días y tantos momentos que sin saberlo dormidos vamos viviendo. Y ¿qué si de repente un aire fresco con olor a estación te cambia la cara?,¿qué si de repente despertás y te recorre por el cuerpo el gusto a vida? Extendés los brazos bien a lo largo y dejas que la ciudad se llene de vos, porque ya su tiempo te adormeció y estaba jugando a hacerte menos fuerte. Pero ahí, en ese momento justo de la última luz del sol, miraste a tu alrededor, miraste el cielo largo que se extendía por tu cabeza, sonreiste y supiste que ese sabor que se sentia, no era sólo del día, se llamaba vida y estaba en vos.

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