Mi deseo se hace codicia, y tu esplendor me cega para soñar.
Creo en el poder de las caricias y no juzgo con solo mirar.
¿Si no es tan cruel la parte que me toca porque no poder gritar?
Si el silencio trae consigo maravillas me dentendre a escuchar.
Perdones que salen de un alma cansada de buscar
una paz detrás de cada torbellino,
paciencia que nace con elegancia desde abajo de la sombra del árbol que nunca planté.
Misterios en las miradas y un sin fin de sensaciones que recobro en cada amanecer. Si es que no existe el tiempo para curar distancias mejor simplemente ligarnos al placer.
Sentir el estar vivo y tocarse los pies, menear la cabeza en dos sentidos para marear al juez que nos dicta que hacer.
Momentos que quedan en la nada y un sin fin de cosas por hacer,
tal vez no sea por la madrugada cuando más rápido he de correr.
Involucrada en una telaraña de dudas ajenas a mi,
sobrevuelo la ciudad desnuda sintiendo la briza partir mi piel.
Lejanía te veo tan cerca que me da miedo llegar a tocarte y de sentirte también.
