sábado, 30 de junio de 2012

Debería encontrarme inundada de misterios. Debería ser un poco más reservada con mi cobardía, protegerla de la mira, correrla de la luz. Pero no puedo, es más fuerte que yo, sigilosamente se me escurre entre los dedos un mar que de profundo tiene el azul oscuro y en la superficie su tibieza puede hacer dudar de si es más o es un río. La máscara del tiempo se sonríe por lo bajo y el destino que lo mira de reojo cruza los dedos para que el tiempo no le gane a las ganas que se enriedan entre dos hilos de colores en el suelo blanco del lugar. Eran formas nunca antes vistas, era un danzar con ánimo de fiesta, era seducción y ajetreo. Era todo un por venir de nuevas sensaciones en los espectadores deseosos de ver más. Ellos mientras se crecían y se enredaban. A los ojos de los demás que miraban con ojos vendados no eran más que dos colores en un sin fin de colores, pero para ellos secreta y discretamente el color era más que un blanco, era más que el infinito mismo.