Paseas por un lago de esquinas y un día sin querer un duendecito medio sucio corre al lado de tus suelas..
compartis una charla cortita y caes nuevamente en la realidad de que la sociedad, su calendario y su gran reloj de segundos te lleva empujandote de la mochila..
Te tomas un tiempo para contar tu sentimiento y te das cuenta que no sos la única que andas con reloj y calendario, que todos se mueven al compás de un par de negras y corcheas que se mezclan dependiendo de si tu ruta está compartida por un par de blancas más..
Respiro hondo y sigo marchando derecho por donde las huellas, delicadamente borradas por la noche, fueron hechas el día anterior hasta llegar a mi refugio del frío, sentarme en el tercero de adelante para atrás y dejar pasar el tiempo.. dejar pasar eso que llamamos tiempo que sólo es una invención más del hombre. Nos movemos dentro de él, suena como una ironía, todos, y él mismo dentro de su propia jaula de oro, todos y él dependiendo de lo mismo, rodeado de momentos marcados en vez de estar libre disfrutando la vida.
Podríamos despertar de ese sueño que nos irrita el alma, podríamos correr y romper todos los relojes del mundo, pero no.. no podríamos después salir a ver el sol, no tendríamos noción de que es lo que pasa, cuando, no nos podríamos quedar en juntarnos en una plaza, costaría a la sociedad sentarse a mirar la gente y dejar pasar eso.. a lo que todos le damos importancia. eso que llamamos tiempo.
