domingo, 24 de marzo de 2013

Este domingo era distinto. Ya desde el vamos, su madrugada fue perturbadora, muchas vueltas, mucho pensar, mucha tos..
El disparador de mis palabras hoy fue una foto. Va, más que la foto, su epígrafe.
Hasta hoy venía preguntándome el por qué dos personas viviendo lo mismo podían sobrellevarlo distinto. No mucho más que una pregunta bastante vulgar y común para mi vida, suelo preguntarme ese estilo de cosas.
En fin, iria más palabrerio pero no voy a dar tantos rodeos.
Encontre a mi vida mirada desde afuera. Esto de haberme mudado tantas veces tantos años me hizo no tener amigos de toda la vida, los que tengo creo que el más viejo debe tener unos siete u ocho años de amistad, no más.
No conozco las amistades de toda la vida, pero sí conozco hacerme nuevas amistades.
Entonces, se me ocurrió ponerme a comparar vidas, situaciones, no como negativo y positivo, pero sí como para entender como personas de la misma edad o parecidas, montan otra realidad frente a las situaciones.
¿Por qué me atrevo a comparar? porque me considero apta para hacerlo.
No estar viviendo en casa me hace tener dos visiones, la de estar en ella y sentirme segura, en familia,acompañada. Esas amistades que ya sabes que todos los días despertas y se juntan a hacer nada, y a nadie le da fiaca por el hecho de que juntarse aunque sea por mates esta bien. Que va a darse un momento de separación cuando cada uno cena en su casa y se baña, pero todos nos encontramos después de cenar, reitero, para hacer la nada misma, solo volvernos a ver.
En fin, pensando sobre esto, sobre la buena vida de estar en casa me nacieron batallas internas, que no habiendome dado cuenta, viviendo lejos superé.
Vivir lejos de casa, elegir irse es una decisión tal vez tomada a muy temprana edad, por esa misma razón no es fácil a veces sostenerla.
Sin embargo, aquellos que le dimos guerra sabemos por cuantos moretones, secuelas, y rasguños tenés que vivir para ser lo que hoy te encontrás siendo.
Hablo de este sostén que se genera de estar mano a mano con vos. Que si no crees en vos, no crees en nadie. Que la felicidad es extrema cuando sos feliz  y ese día cambia completamente y el odio que genera a quienes en ese mismo día te quieren bajar.
Esas ganas que se van de comunicarse con los demás algún que otro día.
Los fines de semana que pinta hibernar.
El ahorrar para salir, para vivir. En algunos casos, el tener que trabajar para mantenerte..
El extrañar, el ver pasar los días y los años de los que queremos desde lejos. El sentirse lejos.
La esperanza y las ganas locas del reencuentro con casa.
Y la batalla más fuerte de todas, la soledad.
Esos días en que nada sale como sentis que te tendría que salir y te encontrás solo, porque nadie tiene una palabra o frase que no sea trillada para acompañarte con la emoción. Que estas rodeado de los tuyos que te hiciste pero sentis que te está comiendo el vacío.
Te encontrás vos con vos en tu departamento, buscas la música, te haces el momento. Y nada..
Muchas veces te deja tirado llorando, casi siempre de noche.. casi a todos  nos pasa.
Pero es ese renacer tan fortalecedor que al otro día no te querés dejar caer y que te das cuenta que todo depende de vos. Todo depende de vos.
Tal vez existan aquellos que no me sientan lo que escribo, pero sé que hay muchos que lo sintieron y que están tan fuertes como yo.
No digo que aquellos en sus casas no crezcan o no se hagan fuertes, porque seguramente vivieron situaciones para crecer. La vida es crecer.
Empero, el encuentro uno con uno se hace en la verdadera soledad de los días.. y siendo sincera, por más golpes que da.
Se siente bien, te hace bien.