domingo, 12 de septiembre de 2010

en silencio

el tiempo era exacto pero sus cuerpos no.
calor y las cuatro paredes apretando los pechos,
los besos empezaban a conocerse y el reloj del aparatito no empezaba a pasar.
La ciudad amanecía pero adentro todo estaba oscuro,
en el silencio los susurros y en el ambiente un poco de tensión,
era dificil soltar la presión que me acosaba y lo incomodo de no saber si me sentía bien.
Me dejé llevar por la naturaleza de los cuerpos, me quise sentir sin verguenza, quise eliminar todo recuerdo de otro cuerpo y permitirme ser libre.
No era ni la sombra, ni el placer, no era él ni ningún otro,
no era un recuerdo ni un sueño,
eran nuevos roces, era algo raro, hasta incómodo capaz de lo nuevo que llegaba a ser.
Yo sabía que no era yo, que la que acariciaba la espalda no tenía mis manos, que la que respiraba no tenía mi aire.
Pasó el sueño de dos horas y cada uno a su baile.
Mil vueltas me hicieron pensar y yo también era un bicho nuevo para aquellos ojos cansados de vivir una realidad rutinaria, que la sociedad marcara sus ideas, de que los minutos corrieran carreras con sus ganas.
Se había sorprendido con pequeñeces, me había llenado con recuerdos de su pasado.
¿Sería yo un cable al aire para empezar a volar y sentir el mundo con otro color, con otra vida?
¿Sería una nueva droga para curar los huecos que las experiencias le habían dejado en el alma?
¿Sería algún escondite para guardar mis locuras y sentirme segura y protegida?
¿Cerraría al fin todos los espacios que me persiguen?

Será cuestión de dejarlo ser.