domingo, 18 de noviembre de 2012

Y mientras la lluvia corria por entre mis brazos, ellos en el aire como sosteniendo el cielo, la música empapaba mi alma y yo era feliz. De mis pies contra la arena del piso se desprendia todo de mi y quedaba en una transparencia frente al universo. Mis oidos ya detectaban la armonia que los hacia vibrar y mi cuerpo danzaba con el sonido del ambiente. Indescriptible la sonrisa eterna que vivió en mi cuerpo, indescifrable los miles de sonidos que me hicieron bailar. Mientras mis alas se estiraban a mis lados, fui libre una vez más.