jueves, 24 de noviembre de 2011

Filosofías como pocas y una voz que me dijo desde el fondo de su ser que lo mejor que podría hacer era invertir en amor porque el mundo se viene abajo.
Tarde un segundo en captar la dulzura de las palabras que me aconsejaban algo tan suave como saber a donde poner el corazón a la hora de elegir mi camino a seguir.
Sorprendentemente se guardó en mi memoria y ahora cada paso que doy, cada sonrisa que dejo escapar tiene su expresión.
Las noches con calor asientan cómodas en mi piel como para ponerme en pie y prepararme para volar. El impulso sería cuestión de una sonrisa de vuelta.
Invertir en amor, tan solo esa gran tarea.